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24 de diciembre de 2019

Francisca Skoknic, directora de Periodismo UDP: “Todas las armas son válidas en esta pelea” contra la desinformación

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Por Tomás Martínez

Francisca Skoknic lleva años dedicada al periodismo de investigación. Fue subdirectora de Ciper, y actualmente dirige la Escuela de Periodismo de la Universidad Diego Portales, donde abrió un ramo de fact checking, herramienta que considera urgente en los actuales tiempos del periodismo.

Con esas credenciales es que le preguntamos a la también co creadora del proyecto periodístico Robot LaBot su opinión sobre la desinformación y cómo combatirla.

-En la UDP apostaste por tener un ramo de fact checking. ¿Por qué está herramienta es necesaria hoy día en la formación de futuros periodistas?

– Este año por primera vez durante el segundo semestre pusimos un electivo de fact checking, y es más que un electivo de fact checking, la verdad es que lo que está detrás de eso es la concepción de que el periodismo es verificación antes de que el fact checking se pusiera de moda, antes de que las noticias falsas fueran un problema. Esto debería parte integral del trabajo del periodista en general. El periodismo no es sólo ir y poner el micrófono, todo lo tienes que verificar.

Ahora se ha vuelto más urgente por la contingencia de los últimos cinco o diez años que con las redes sociales las noticias falsas se divulgan muy rápidamente y además hay gente interesada en promover noticias falsas.

Mencionas que se puso de moda el fact checking. ¿Se demoró mucho que esto se instalara con más fuerza?

-Seguro que sí, en Chile. Es una práctica bastante fácil de implementar en los medios creo, es fácil que grupos pequeños de ciudadanos las apliquen, que periodistas se concentren en ello. Hace hartos años que está en boga en Estados Unidos y en Chile lo único que había más o menos permanente era la sección El Polígrafo de El Mercurio, pero su alcance es súper limitado. Se publica en el diario en papel, no hay ningún esfuerzo porque se divulgue. En su momento estuvo Chile Check, que por el hecho de tener web y televisión era quizás más masivo, pero se desarmó.

Es muy importante que estos proyectos sean digitales porque el fact checking tiene hartas limitaciones en cuanto a su efectividad, pero lo ideal es que así como se viralizan  las noticias falsas se viralicen los desmentidos de eso o permanezcan en algún lugar donde se pueda consultar.

-¿Cómo se puede combatir la desinformación? ¿Le puede resultar fácil a la gente chequear la información?

-La gran pregunta es cómo combatirla. Encuentro que los proyectos de fact checking son increíbles, pero está más o menos estudiado que su efectividad es limitada. Hay varias razones por las cuales no funciona bien, pero tiene que ver con herramientas sicológicas, a veces la gente aunque tú le muestres que algo es falso tiende a creer lo que reafirma su creencia. Por eso todas las armas son válidas en esta pelea. Yo creo que debería haber alguna institución que estuviera permanentemente verificando.

-¿Es factible doblarle la mano a la gente que desinforma?

-Hasta ahora ha sido difícil, nadie ha ganado esa pelea. El canal más rápido y efectivo de la desinformación son las redes cerradas o los chats como Whatsapp. Ahí es donde hay que concentrar los esfuerzos. El mismo WhatsApp ha limitado su capacidad de viralización en aquellos países donde se han viralizado noticias falsas peligrosas.

También hay empresas como Facebook que están invirtiendo en verificadores de información después de todo lo qué pasó con Cambridge Analytica. ¿Se demoraron mucho en tomar nota de esto?

-Sí, Facebook va lento y es limitado. En general, tanto Facebook como Twitter han sido bien limitados en los alcancs. La última discusión era sobre qué lo que es verificable, si un político miente eso es o no verificable, por ejemplo. Ese es un gran problema en Estados Unidos. Desde el Presidente hasta el último político de estas nuevas camadas de populistas que utilizan las redes sociales como su herramienta de difusión. Hay gente que cree que las redes sociales debieran verificar también esos discursos

En redes sociales hay cuentas anónimas que desinforman, pero también se ha visto autoridades públicas y políticos que lo han hecho. ¿Ha faltando responsabilidad por parte de ellos?

-La respuesta es que sí, pero todavía en Chile no es tan masivo. Y yo distinguiría los errores de las malas intenciones o los errores que se convierten en malas intenciones. El caso de Luis Larraín de Libertad y Desarrollo, que posteó una foto de Boric saltando una valla y puso que estaba evadiendo el Metro, puede que originalmente haya sido un error, pero al mantener algo que era evidentemente falso, durante al menos 24 horas, en eso hay mucha irresponsabilidad. El desmentido siempre tiene menos difusión que la noticia falsa.

¿Hoy día cuál crees que es el mayor peligro de la desinformación?

-Que la gente tome decisiones  partir de información que es errada, estoy pensando sobre todo en decisiones en el ámbito de lo político, porque se hacen campañas apelando a ciertas cosas medias irracionales e instintos básicos del humano y eso tiene efectos. Antes de la crisis de las cosas que más se viralizaban en Chile estaba el odio contra los migrantes, entonces tú apelas a un medio bastante común. En casi todos los países sucede cuando hay oleadas migratorias.

-¿Puede la desinformación amenazar elecciones o sistemas democráticos?

-Sí, seguro que sí. Lo qué pasó en la elección de Estados Unidos de alguna forma lo demuestra. Se discute cuánto eso puede influir en el resultado final, pero yo creo que influyó, en Brasil también influyó.

Recuerdo algo qué pasó en Finlandia, una nota, por ejemplo, probablemente es exagerado, nadie le ha ganado a la desinformación, pero el punto principal estaba en la educsción desde los colegios, partir de abajo enseñándole a los niños a tener una mirada crítica de todo lo que ven y herramientas para buscar la verdad.

-¿Cómo evalúas el rol de la prensa chilena en esta crisis y estallido social?

-Esa pregunta es muy amplia. En general, los primeros  días creo que la prensa fue un poco superada por la magnitud de las cosas que estaban pasando. Creo que cada uno de los medios tienen sus aciertos y desaciertos en esta pasada, pero la televisión por el formato que tiene, el en vivo y los grandes desastres son una tentación para caer en la espectacularidad, en mostrar la violencia excesivamente. Con el paso de los días, yo sobre todo vi CNN y Chilevisión, demostraron que podían hacer otro tipo de cobertura, no necesariamente tan sensacionalista.

Hace algunos días hubo discrepancias públicas entre el Gobierno y la Fiscalía por la supuesta intervención extranjera en el estallido social. La Tercera publicó parte un informe de Big Data enviado por La Moneda al Ministerio Públic, el que fue criticado en redes sociales. ¿Termina de la mejor forma este impasse?

-Hasta ahora conocemos una pequeña versión de las 120 páginas que tenía el informe, pero si confiamos en que esa es una buena síntesis, parece bastante insuficiente comparado con lo que el Gobierno había dicho que tenía. A mí me preocupa en particular porque lo que hemos estado hablando en esta entrevista tiene que ver con la desinformación y el tema del miedo a los extranjeros  es una de la cosas que está presente en general en las campañas de desinformación. Desde el comienzo el Gobierno ha tratado de transmitir la idea de que esto fue hecho por gente de afuera, por extranjeros, y hasta ahora no ha mostrado ninguna evidencia. Lo que conocimos a través de La Tercera no lo muestra.

-¿Cuánta seriedad le das a lo que se conocó del informe?

-Tal cómo está expuesto no parece haber información ahí que apunte a entender o explicar el fenómeno. Más bien son conclusiones de lecturas de redescubrir sociales bien superficiales. Pero a mi me gustaría ver el informe para dar una opinión, pero de lo que conocemos no parece haber nada ahí que nos ayude a entender el fenómeno.

 

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