Este domingo se enfrentan dos mandatarios brasileños: Lula da Silva y Jair Bolsonaro.
Este domingo Lula da Silva y Jair Bolsonaro se enfrentan en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil. El líder del Partido de los Trabajadores (PT) se encuentra arriba en las encuestas por cerca de cinco puntos. Por su parte, el actual mandatario, militante del Partido Liberal, concentra más adeptos en estados importantes como Río de Janeiro y Sao Paulo.
Brasil es el país más grande de América Latina (y el sexto del mundo), y el que tiene mayor población. Posee más de 15 mil kilómetros de frontera con 10 países de la región y tiene 7 mil kilómetros de costa en el Océano Atlántico.
Además, es, por lejos, el país con mayor Producto Interno Bruto de América del Sur, triplicando a Argentina, que está en segundo lugar. Por tanto, las elecciones de este domingo no solo afectarán a Brasil, sino también a la región y el mundo.
La decisión de Brasil
El gigante de Latinoamérica enfrenta una elección polarizada, con dos opuestos políticos marcados, como ha sucedido en otras elecciones latinoamericanas, incluido Chile. Nuevamente la región mirará con atención a qué sector político se inclina el continente, donde últimamente ha predominado la izquierda en las recientes presidenciales; Pedro Castillo en Perú, Gabriel Boric en Chile y Gustavo Petro en Colombia.
La reelección de Bolsonaro
El candidato y actual presidente, Jair Bolsonaro, de políticas liberales y ultraconservadoras, enfrentó una crisis social y económica debido a la pandemia del coronavirus. Durante esta época fue criticado por su minimización al peligro del virus, siendo que Brasil fue uno de los países con mayor fallecidos y contagiados en el mundo.
Mantiene buenas relaciones políticas con el expresidente, Donald Trump, el candidato José Antonio Kast en Chile y el mandatario de Uruguay, Luis Lacalle Pou. En estos últimos meses Brasil ha repuntado su economía, en lo que Bolsonaro considera una “plena recuperación“, esto podría ser fundamental en el apoyo al candidato conservador, que logra revertir el panorama recesivo mundial.
El renacer de Da Silva
Por otra parte se encuentra Lula da Silva, que presidió la nación desde 2003 a 2010. Es uno de los más importantes referentes políticos de Brasil, ya que en su mandato sacó a cerca de 30 millones de nacionales de la pobreza, y se retiró con un 90% de popularidad.
Sin embargo, tiempo después el PT estuvo involucrado en la investigación Lava Jato, un caso de corrupción con la empresa Petrobras. Por este, en 2017, se condenó a Da Silva a 12 años de cárcel. Sin embargo, por irregularidades en el proceso e imparcialidad en el juicio se eliminó su condena en 2019, y salió en libertad, aunque no fue absuelto de las acusaciones.
¿Qué se juega Brasil en las elecciones?
Ambos candidatos se enfrentan a un Brasil saliendo de la pandemia y con índices económicos preocupantes, a pesar recuperación de los últimos meses.
Bolsonaro apuesta por un ajuste fiscal a corto y medio plazo para asegurar la estabilidad económica de Brasil. Junto con esto, busca la reducción de la burocracia y el aumento del empleo como reactivador de la economía. Asimismo, mantendrá “Auxilio Brasil”, un programa de ayuda social que entrega 120 dólares a cerca de 20 millones de familias más necesitadas, y que busca aumentar el acceso a la educación.
Además, propone aumentar la protección jurídica, recursos y sueldos de miembros de las Fuerzas Armadas y las de Seguridad. Por otra parte, busca aprovechar los recursos de la Amazona de forma “sustentable”, tras un Gobierno que deforestó de forma masiva la ecología de la selva.
Da Silva propone aumentar el crecimiento económico mediante políticas públicas en infraestructura y vivienda y la creación de empleo. Asimismo, quiere aumentar el sueldo mínimo y generar una economía solidaria y impulsar la reindustrialización. Junto a esto busca ampliar su antigua política social Bolsa Familia, invertir en la educación pública y mejorar la salud pública.
No obstante, el panorama no es el mismo que cuando Lula llegó al Palacio de Planalto en 2003. Da Silva deberá enfrentar a un país que se recupera de la recesión que comenzó con el Gobierno de Rousseff, e intentar no repetir la misma experiencia.
Un grande de la región
La importancia de qué rumbo tomará Brasil tanto en su diplomacia como en la economía exterior es relevante para la región. Por ejemplo, mientras Bolsonaro busca “flexibilizar” el rol de Mercosur y expandir los negocios con China, da Silva apuesto por el fortalecimiento del bloque y un enfoque regional.
Mercosur y la Alianza del Pacífico (los más grandes bloques de la zona) representan un 80% del comercio exterior. A pesar de que Brasil no se encuentra en la Alianza del Pacífico, su posible colaboración como país asociado (al igual que Argentina) puede ser fundamental para América Latina.
Ambos candidatos han señalado respetar el interés democrático internacional y la función diplomática actual de Brasil, siendo parte de las Naciones Unidas. Sin embargo, obviamente la afinidad política será vital en la construcción de lazos con naciones vecinas. Desde esta perspectiva, da Silva posee más aliados en los países cercanos; Argentina, Chile, México, Colombia, Perú, etc.