Mundo |

Jorge Bergoglio, el cura porteño que se transformó en el primer Papa americano

Papa Francisco

Bergoglio nació en 1936, tuvo un paso por Chile y fue nombrado cardenal por Juan Pablo II. Tuvo relaciones tensas con la dictadura de su país y con el gobierno de los kirchner.

Jorge Mario Bergoglio, conocido mundialmente como Francisco y 266 Papa de la Iglesia Católica, ha tenido una vida no exenta de polémicas. El primer pontífice americano también marcó la historia al ser el primer Papa jesuita. Siempre ha manifestado su opinión sobre los conflictos humanos a lo largo del mundo, aunque eso genere cierto rechazo por parte de algunos sectores.

Nació en Buenos Aires capital, el 17 de diciembre de 1936, hijo de Mario Bergoglio y Regina Sivori. Su padre fue empleado en el ferrocarril y su madre se dedicó a la crianza de Jorge, junto a sus otros cuatro hermanos, según cuenta su biografía oficial en la página del Vaticano.

De Villa Devoto a Chile

A nivel de estudios, logró diplomarse como técnico químico, aunque luego eligió el camino del sacerdocio. Entró al seminario diocesano de Villa Devoto y el 11 de marzo de 1958 pasó al noviciado de la Compañía de Jesús. Llegó a Chile para terminar sus estudios en juniorado jesuita ubicado en la Casa de Retiro del Padre Hurtado en Santiago.

En ese entonces, los aspirantes al sacerdocio de toda Sudamérica llegaban al país para continuar sus carreras. Durante su tiempo en Chile, el Bergoglio cursó historia, latín, literatura y griego bajo el alero del cura Carlos Aldunate. Luego retornó a Argentina, donde se tituló como profesor, actividad que ejerció entre 1964 y 1966.

En 1969, recibió la ordenación sacerdotal por parte del arzobispo Ramón José Castellano y continuó con la preparación en la Compañía entre 1970 y 1971. En 1973 comenzó su compromiso total para seguir los pasos de Cristo.

Los conflictos entre Francisco y la dictadura

La persecución a opositores fue la tónica de la última dictadura militar argentina (1976-1983). Y los miembros de la Iglesia Católica no quedaron exentos. Uno de los casos más notorios fue el de los dos sacerdotes de la congregación jesuita en Argentina, Orlando Yorio y Francisco Jalics, quien fueron detenidos por las fuerzas represivas y estuvieron en prisión durante cinco meses, tiempo en el que fueron torturados. En ese momento, se apuntó a que Bergoglio, encargado provincial de la congregación, por no hacer las gestiones necesarias para defender a sus compañeros.

Años más tarde, Bergoglio se defendió ante las acusaciones. En 2010, en su autobiografía “El Jesuita”, confesó que intentó hacer lo que estaba a su alcance en esa época, considerando su corta edad y pocas conexiones que tenía, aun cuando está comprobado que el religioso sí intervino por estos curas ante los miembros de la junta militar.

En su rol como cardenal -nombrado por Juan Pablo II- desde 2001, fue declarar en las causas “Plan Sistemático” (secuestro y supresión de identidad de menores) y Esma (Escuela de Mecánica de la Armada) como testigo de crímenes de lesa humanidad.

La persecución en los gobiernos kirchneristas

Como cardenal, Bergoglio mantuvo una relación tensa con Néstor Kirchner y Cristina Fernández. El primer choque con la Casa Rosada ocurrió por la legalización de los matrimonios homosexuales y el aborto.

La mala relación se acrecentó cuando Néstor Kirchner anunció que no estaría en el tradicional tedeum del 25 de mayo, día que se conmemora la Revolución de Mayo.

En 2008, el gobierno Cristina Fernández de Kirchner tomó una de las medidas económicas más polémicas de su administración: la implementación de la Resolución 125, que aplicaba un nuevo sistema de retenciones móviles a las exportaciones de cuatro productos y sus derivados: soja, girasol, maíz y trigo.

Esto generó un profundo enfrentamiento entre el campo argentino y el gobierno. Bergoglio se puso de lado de los productores y le pidió a la presidenta un gesto de grandeza para terminar con la medida que provocó una crisis en el país que incluyó un paro agro-ganadero que duró 129 días.

El nombramiento de Bergoglio como Papa en marzo de 2013 pilló de sorpresa al gobierno de Cristina Fernández. En un principio, se deslizaron críticas contra el pontífice, pero a medida que Francisco adquiría popularidad, el discurso de la Casa Rosada dio un giro en 180 grados.