Alcatraz: la historia de la legendaria cárcel que quiere reabrir Trump

Al Capone, Machine Gun Kelly, y otros criminales importantes estuvieron tras las rejas de la prisión más icónicas de Estados Unidos.
Alcatraz, la cárcel de máxima seguridad más conocida de Estados Unidos, parecía ser un vestigio para la historia. Sin embargo, este domingo el presidente Donald Trump anunció la reapertura del penal.
“Durante demasiado tiempo, Estados Unidos ha estado plagado de delincuentes violentos, despiadados y reincidentes, la escoria de la sociedad, que solo contribuirán a la miseria y el sufrimiento. Cuando éramos una nación más seria, en el pasado, no dudábamos en encerrar a los criminales más peligrosos y mantenerlos alejados de cualquier persona a la que pudieran dañar”, argumentó el mandatario.
La prisión, que se encuentra en una isla en la bahía de San Francisco, se usó durante décadas para encerrar a los criminales más peligrosos de Estados Unidos.
Su lejanía, y las turbulentas aguas del Pacífico Norte, hacían de esta prisión un lugar perfecto para evitar las fugas de los reclusos. Entre la isla y la costa de San Francisco hay unos 2.4 kilómetros de mar.
Antes de la icónica cárcel: el origen de Alcatraz
En 1775 (un año antes de la fundación de San Francisco) el explorador español Juan Manuel de Ayala cartografió la costa oeste de lo que entonces eran las Trece Colonias británicas. Entonces descubrió una pequeña isla a poca distancia de la costa, que llamó la Isla de los Alcatraces, por las aves marinas que abundaban en el lugar.
En 1850, tras la independencia de Estados Unidos y durante la Fiebre del Oro, el gobierno norteamericano decidió instalar un fuerte en la isla, para aumentar la protección de la Bahía de San Francisco. Por primera vez, había humanos viviendo permanentemente en el lugar.
Cuatro años más tarde la Isla de los Alcatraces marcó un hito para la historia estadounidense: allí se instaló el primer faro de la bahía del Pacífico.
Más adelante, en 1857, se decidió que se usaría la isla como una prisión militar. Justamente, en 1861 comenzó la Guerra Civil, y el bando de la Unión (que lideraba Abraham Lincoln) usó los edificios para encerrar a militares de la Confederación del Sur, o traidores.
Lo mismo sucedió con los conflictos entre el Estado y los grupos nativos norteamericanos, con varios líderes indígenas encerrados ahí. También fue usada para encerrar a prisioneros en la Guerra Hispano-estadounidense.
En 1910, unos años antes de su cierre, el gobierno estadounidense decidió, por primera vez, invertir en la reconstrucción de la cárcel. Los mismos prisioneros militares fueron obligados a construir nuevamente la estructura, que por entonces se comenzó a conocer como “La Roca”.
La prisión más segura del mundo
En pleno auge de las organizaciones criminales tras la publicación de la Ley Seca de 1920, los gánsteres comenzaron a ser una preocupación para las autoridades de Estados Unidos.
En 1933 se decidió que la prisión debería tener régimen militar y así reunir a los criminales más peligrosos del país. Sobre todo a quienes tenían posibilidades de escaparse o generar problemas al interior de otros penales.
Se decidió entonces renovar nuevamente el edificio, con torres de control, barras de metal más grandes, entre otros ajustes enfocados en imposibilitar las fugas de la prisión.
Así nació Alcatraz, la “prisión de prisiones”, como se apodó en Estados Unidos por ese entonces. Las reglas en el interior eran más duras que en otros penales, como que cada prisionero estaba solo, y no podían hablar, salvo los recreos de fines de semana, para evitar complots. El enfoque ahí era de restricción y disciplina, y no de reinserción.
Un misterioso intento de fuga
En las tres décadas que funcionó, por esa prisión pasaron criminales como Al Capone, George “Machine Gun” Kelly, Alvin “Creepy Karpis” Karpowicz, Robert Stroud, conocido como “el hombre pájaro de Alcatraz”, entre otros.
No obstante, fueron los reclusos John Anglin, Clarence Anglin y Frank Morris quienes protagonizaron el intento de escape más conocido de Alcatraz.
En 1962, los tres reclusos escaparon de sus celdas por un túnel que cavaron con cucharas durante meses, e hicieron muñecos para engañar a los guardias. Salieron con una balsa inflable hecha a mano, aunque saltaron al agua en algún momento del escape.
No se encontró a ninguno de los tres. La policía presumió que murieron en la bahía. Sin embargo, la familia Anglin recibió tarjetas y flores firmadas por John y Clarence en años posteriores al escape.
En 2018 también se reveló una carta supuestamente enviada por John Anglin a la policía, afirmando que los tres prisioneron logaron escapar, y vivieron hasta viejos. No obstante, peritos del FBI concluyeron que la carta no era de propiedad de Anglin.
De todas formas, se trata de el único intento de escape de Alcatraz que pudo ser exitoso, un año antes del cierre definitivo del recinto penitenciario en la isla.
El fin de una era
En 1963 Alcatraz cerró por los altos costos de su mantención. El hecho de estar en la costa hacía que las mantenciones fueran constantes, y también generaba costos por los traslados de los recursos del penal.
Posteriormente un movimiento indígena intentó reclamar el territorio, argumentando bajo el Tratado de Fort Laramie de 1868. Aunque el intento no terminó en nada concreto, se volvió un símbolo de la lucha de los nativos americanos por sus derechos.
Después de este hecho, el gobierno estadounidense decidió volver este establecimiento un parque nacional, que muestra, hasta hoy, las condiciones de la famosa prisión de mano de los relatos de trabajadores y reclusos.
Ahora, sin embargo, la historia de Alcatraz podría tener un nuevo rumbo, impulsado nuevamente por el crimen organizado.