10 datos sobre el Cónclave y su historia

Desde San Pedro, la forma en que se elige al sumo pontífice cambió. Incluso la palabra “Papa” antes no significaba lo mismo que ahora. En dos mil años, el Cónclave ha formado su historia.
El Cónclave ya comenzó, en un proceso que hará historia: se definirá quién será el nuevo papa, después del fallecimiento de Francisco.
El voto es secreto y no se sabe con exactitud cuántas jornadas tomará. Podría ser solo una votación, o podría durar días, semanas, o meses. Quién saldrá electo tampoco es seguro, ya que los candidatos favoritos, generalmente, no son los ganadores finales.
Todo lo que debes saber para el Cónclave de este miércoles
Cualquier persona con el primer sacramento puede ser papa
Si estás bautizado, teóricamente, puede ser electo como el nuevo Papa. Por norma, cualquier persona que cuente con el primer sacramento de la Iglesia Católica puede ser el nuevo sumo pontíice.
Ahora, desde hace siglos que solo cardenales (la segunda máxima autoridad de la institución) son electos para ser sumos pontífices.
Urbano VI, quien se convirtió en papa en 1378, fue uno de los últimos sumos pontífices en no ser cardenal, aunque era arzobispo.
En 1924 fue la última vez que se eligió un Papa que no era ni sacerdote. Celestino V solo era monje, conocido por su ascetismo y espiritualidad, que estuvo solo meses a cargo de la Iglesia Católica.
El Cónclave designó a menos de la mitad de los papas
Oficialmente, las normas del Cónclave, tal como las conocemos, lideradas por el Colegio Cardenalicio (y con decenas de reformas en años posteriores) se instalaron en 1271.
Antes de que se implementara esta institución, ya habían sido nombrados 182 papas. Hasta hoy, desde San Pedro, ha habido 266 sumos pontífices (ahora se elige el 267°). Por tanto, apenas un tercio de los cardenales han sido electos por este método celebrado hoy.
De todas formas, antes también hubo otras formas de elección similares al Cónclave. Reuniones entre la comunidad católica romana, miembros de la iglesia italiana y reinados designaban entonces el sumo pontífice. Sin embargo, recién en el siglo XIII se definieron oficialmente las normas del proceso.
El origen del Cónclave: la votación más larga de la historia
La creación formal del Cónclave fue resultado de la votación más larga de la historia. En 1268 comenzó el Cónclave de Viterbo, que duró hasta 1271.
Durante los 1006 días de la votación, los cardenales fueron puestos en duras condiciones para terminar la votación: redujeron sus raciones de comida e incluso les quitaron el techo.
En este proceso, incluso murieron tres prelados. Por tanto, se decidió formalizar el proceso, dando origen al Cónclave que conocemos hoy.
Mínimo dos días: la duración de las votaciones en el último siglo
Hasta antes del Siglo XX, la duración de los Cónclaves era usualmente largas. Las instancias más cortas duraban solo algunas semanas, mientras otros procesos se extendían por meses.
Sin embargo, desde el nombramiento de Pío X, en 1903, el Cónclave más largo se extendió por 5 días (Benedicto XI y Pío XI). Los más cortos, como en el caso de Francisco y Benedicto, dos días.
En parte, esto sucede porque en el siglo XIX se votaba solo dos veces al día. Ahora se realizan cuatro instancias por jornada, desde el segundo día de votación
Por tanto, si el nuevo papa es electo el primer día sería un hecho histórico, que no se da hace siglos.
El origen de la nombre del sumo pontífice
La tradición Cristiana establece que Jesús le entregó a San Pedro la responsabilidad de dirigir la Iglesia. Por esta razón, se le conoce como el primer papa, y estuvo tres décadas en este puesto, quien encomendó a Lino de Volterra que lo sucediera.
En esta época, por supuesto, nadie los llamaba como papa. Fueron bautizados así siglos después, por su liderazgo de la Iglesia Católica.
Durante ese tiempo, de hecho, obispos y sacerdores de varias partes del mundo eran llamados así, por su significado de “padre” (como hoy se llama a algunos sacerdotes). De hecho, era un término relativamente común dentro del catolicismo.
Fue recién en el siglo IV cuando se comenzó a usar esta palabra para el obispo de Roma, principal líder de la Iglesia Católica.
Recién en el año 366 D.C. Liberio, el sumo pontífice que fue desterrado y renombrado por presión popular durante el reino de Constancio II, usó formalmente el término papa para referirse a esta institución.
En 1075 Gregio VII fue el primero que oficializó el cargo. “El Papa es señor supremo del mundo, todos le deben sometimiento, incluidos los príncipes, los reyes y el propio emperador”, señala su Dictatus Papae.
La Capilla Sixtina
Hoy el Cónclave se asocia con la Capilla Sixtina, probablemente una de las edificaciones católicas más reconocidas a nivel mundial.
Sin embargo, la locación que cuenta con los frescos de Miguel Ángel no es una tradición tan antigua. Recién en 1492 fue la primera vez que se usó este lugar cuando todavía no tenía las pinturas del conocido artista renacentista.
No obstante, oficialmente desde 1878 –durante la elección de León XIII– es el lugar donde se realizan todos los cónclaves.
La Sala de las Lágrimas
Uno de los procesos menos conocidos del Cónclave es el cambio de ropas del nuevo Papa, quien debe sacarse sus prendas de cardenal. De hecho, se preparan tres tallas para la ocasión, y así pueda usarlo cualquiera de los ganadores.
Este proceso –los minutos entre que sale el humo blanco de la Capilla Sixtina y el sumo pontífice da su primer discurso– se realiza en la conocida como Sala de las Lágrimas.
Su nombre proviene porque los pontífices, como el propio León XIII o Gregorio XIV, suelen llorar al tener recién puesta la sotana papal, símbolo de que se convirtieron en la mayor autoridad de la iglesia.
Un completo secreto
Aunque es un dato más conocido que la reunión es completamente secreta, pocos saben que los cardenales deben hacer un voto para no hablar sobre nada de lo que ocurre al interior de la votación.
De hecho, las investigaciones y libros sobre el Cónclave apuntan principalmente a las congregaciones, las reuniones previas entre cardenales donde se define, en parte, quién será el nuevo sumo pontífice.
Sin embargo, desde que se pronuncia el extra omnes (todos fuera) en la previa de la votación, ni las personas ni la información deberían entrar ni salir de la sala privada en la Capilla Sixtina.
De hecho, la palabra Cónclave proviene del latín cum clave, que significa “con llave” o “bajo llave”.
Literalmente, durante el Cónclave de Viterbo, se encerró a los cardenales bajo llave para presionarlos en la larga elección del sumo pontífice. De ahí viene esta tradición.
El mayor Cónclave en la historia
El Cónclave que se celebrará esta semana será el con mayor participación en la historia. Con 133 cardenales (y dos ausentes) se llevará a cabo la votación más participativa para la elección de un papa, al menos desde que se instalaron las normas de Viterbo.
Este hecho tiene relación con la época moderna, ya que los papas nombran cada vez más representates de la Iglesia en diferentes países del mundo.
Por su contraparte, el Cónclave más pequeño es el siguiente a Viterbo. Entonces solo 7 cardenales pudieron participar, ya que habían pasado tres papas que habían muerto sin elegir representantes nuevos. De todas formas, se tomaron seis meses antes de designar a Nicolás III.
El primer papa: el inicio de la historia del Cónclave
Si hablamos del Cónclave, no podemos eludir el origen de todo el proceso. En el nuevo testamento, el evangelio de Mateo menciona que Jesús le dijo a Simón, uno de sus 12 apóstoles.
“Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos”
Por esta interpretación, se cree que Jesús definió a Simón (también conocido como Cefas) el líder de la Iglesia. De hecho, Pedro proviene de latín petras que significa “piedra”, un símbolo de los cimientos sobre los que se levantan las bases de la institución católica.
De ahí también proviene la tradición de elegir un nuevo nombre cuando se elige el nuevo papa, aunque no se convirtió en una norma hasta recién entrados en el siglo X.
Además, Pedro y Pablo nombraron a Lino (considerado el segundo Papa) como su sucesor en la dirección de la Iglesia Católica, sentando las bases de un cargo que tendría continuidad durante dos mil años.